Autor: Gladys Pérez

En busca de crear comunidades participativas y solidarias. Creo que la clave para legitimar a los gobiernos está en la inclusión de su gente. *Consultora de Imagen y Comunicación Política. *Locutora en Beers and Politics Radio los miércoles a las 6 pm en 630 AM. *Mtra. en Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política. *Titulo de Experto Universitario en Comunicación Política e Institucional. *Lic. en Ciencias Políticas y Gestión Pública. Twitter: @glaperezm Facebook: https://www.facebook.com/literiamx/

Vías de Participación, ¿Cómo ayudo?

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Foto del portal asantecrentre.com

Los abusos de poder, la corrupción, la impunidad, la demagogia y demás lastres del sistema democrático se deben en gran medida al debilitamiento de la comunidad en México. Una comunidad entendida como el resultado del esfuerzo de los individuos para fortalecer con una aportación activa desde su espacio interpersonal, a la esfera pública. Es decir, formar parte de una comunidad conlleva un sentido de responsabilidad que hace que los ciudadanos velen no sólo por sus intereses personales, sino por el bien común.

Actualmente vivimos en una sociedad teledirigida, como lo refiere Sartori. Y en esta realidad las nuevas tecnologías digitales y los medios de comunicación nos segregan a la esfera de lo individual. Ahora tenemos otra vida, la digital. No es sorpresa que a los millennials se les denomine también como “nativos digitales”. Sin embargo, esta vida digital tiene sus ventajas y desventajas, y uno de los mayores inconvenientes de formar parte de esta era digital, es el alejamiento que las nuevas tecnologías producen del individuo con la sociedad. Se ha creado una brecha que nos desentiende del quehacer comunitario y de la empatía social.

Entonces, esta situación sumada a la rutina laboral, a nuestros tiempos de recreación, de estudio, entre otras actividades, nos pueden hacer pensar que el tiempo no basta para además, preocuparnos por nuestra comunidad. Es por esto que el rol de los ciudadanos en la democracia no funciona como debería. Y es que nos guste o no, vivimos en un sistema democrático y ser ciudadanos activos y responsables es una parte fundamental para que este sistema funcione óptimamente, sobre todo para que no haya engaños ni engañados, para que no se aprovechen de nuestra apatía.

Es por esto que me gustaría compartirles un esquema que elaboré de las vías concretas de participación ciudadana existentes en México (particularmente en Jalisco). Y es que en muchas ocasiones no nos damos cuenta o desconocemos la diversidad de mecanismos que cada vez están más a nuestro alcance para ser ciudadanos proactivos. Lo mejor de todo es que nuestra participación puede darse en una gran variedad de vías, solo falta el compromiso. Espero que este documento les sea de utilidad, que lo compartan y sobre todo que se decidan a organizar su tiempo para aportar socialmente en lo que más les guste y les apasione. México nos necesita unidos y activos.

Aquí la liga para ver el documento en tamaño original: MECANISMOS PDF Hoja1

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Si ya formas parte de algún mecanismo de participación social y deseas compartirlo con los lectores de este blog, puede ser de bastante utilidad para sumar esfuerzos a tu proyecto.

Gladys F. Pérez Martínez
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BLOG POLÍTICO DEL AÑO

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Este domingo 15 de mayo a las 5pm, The Washington Academy of Political Arts and Sciences (WAPAS), dio a conocer el listado de ganadores de los Victory Awards 2016, galardones internacionales que reconocen la excelencia en el campo de la consultoría y la comunicación política.

Literia en principio, fue elegido como blog nominado en la categoría de “Mejor Blog Político del Año”, y junto con otros blogs de España, Colombia, Ecuador, Argentina, Venezuela, entre otros países, competimos en una campaña digital y «offline» para lograr la mayor cantidad de votos de entre nuestros lectores y amigos para ganar la única categoría abierta al voto popular de este certamen.

Finalmente, después de varios días de unir esfuerzos, la deliberación de los jueces nos fue favorable. Literia, blog orgullosamente tapatío obtuvo la estatuilla que reconoce a este sitio como uno de los mejores a nivel internacional.

Más allá del reconocimiento, que es todo un logro, lo que personalmente quisiera compartir es la importancia que tiene en la vida hacer lo que a uno le apasiona. Porque finalmente cuando uno hace lo que le gusta, ni el tiempo, ni el trabajo, ni las circunstancias son factores en contra. Trabajar en lo que nos gusta es un placer personal que no podemos negarnos. Espero que este premio sirva como motivación para aquellos jóvenes y no tan jóvenes que se desenvuelven en el ámbito de la política local y nacional, para que vean que las puertas están abiertas, sólo es cuestión de decidirse a entrar. Que vengan más premios de estos para Jalisco y para México.

Gracias a todos por sus buenos deseos y felicitaciones.

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El «Angry Voter» del 2018

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En México existe una desafección política latente que surge como consecuencia de las acciones mediocres realizadas por nuestros gobernantes en las últimas administraciones. No han podido atender de fondo las necesidades más apremiantes de los ciudadanos. Tan solo del año 2000 al 2015 se registró un incremento de 3 millones de pobres en el país.

Según cifras de Transparencia Internacional, México se ubica en el lugar 95 de 165 países más corruptos. El Banco Mundial y el Banco de México coinciden en que el monto generado por actos de corrupción en el país equivale al 9% del PIB, es decir, unos 347 mil millones de pesos anuales según el INEGI.

Es decir, vivimos en un país donde la pobreza va en aumento a la par de los actos de corrupción e impunidad de nuestros dirigentes. Por esto, no es de extrañarse que en los resultados del Latinobarómetro de 2015 nos digan que el 72% de los mexicanos tiene la creencia de que el gobierno de Enrique Peña Nieto es poco o nada transparente, que 3 de 4 mexicanos desconfían del proceso electoral o que solamente 17% de los mexicanos se siente representado por su congreso.

Y no es para menos, tenemos actualmente legisladores tan osados que frenan la iniciativa de la Ley 3 de 3 respaldada por 634,143 firmas de las 120 mil que se requerían para que a través de esta Ley se logren tipificar los actos de corrupción a nivel nacional y obligar a los funcionarios a presentar su declaración patrimonial, fiscal y de intereses. Y en lugar de contar con el apoyo del congreso, nos enfrentamos al cinismo de legisladores desentendidos de la ciudadanía, que ponen en un segundo plano de importancia lo que les exigen mas de 600 mil personas, porque dicha ley podría derivar en una “cacería de brujas”, increíble.

A todo lo anterior, sumemos la desaparición de los 43, la casa blanca, Tlatlaya, la re-recaptura del Chapo, Moreira indultado, el alarmante incremento de feminicidios en el país (7 diarios), los secuestros, extorsiones, la violencia…

Mexico está irritado. La ira superó el miedo de los ciudadanos. Y todo esto más allá de lo que digan las encuestas y estadísticas tendrá su merecido precio político.

Dice Daniel Innerarity, ensayista español que “En una campaña electoral las emociones juegan un papel fundamental, ayudan a simplificar cuando la situación política o económica es compleja. Cuando en medio de la crisis alguien señala a un culpable, aunque sólo sea un elemento más, eso lo compra mucha gente, lo explotó Iglesias y lo exprime Trump.”

El New York Times habla sobre una tendencia mundial del “angry voter” o el votante enojado. Y es en este sentido donde quiero hacer mi reflexión central. En miras del 2018 en México, el votante enojado e irracional es un peligro, ya que es el tipo de voto que fácilmente pueden explotar figuras tan despreciables como Donald Trump.

En principio debemos tener claro algo muy importante, y es que en las elecciones de 2018 el tema que van a querer abanderar TODOS los partidos e independientes será el combate a la corrupción y la impunidad. Este va a ser el eje central que se posicionará en las agendas políticas y mediáticas, según lo anticipan otros analistas. La corrupción será el gran antagonista de la película, el “culpable” que señala Innerarity.

En consecuencia, surgirán candidatos mesiánicos. Candidatos que comparten TU mismo enojo. Candidatos como tú, que también se sienten muy indignados y que como TÚ ya están hartos de la corrupción. Estos candidatos moralmente incorruptibles, van a tratar de canalizar nuestro enojo para transformarlo en votos a su favor. Así se explotan las emociones del votante y por desgracia es en muchas ocasiones, con bases fundadas en mentiras y puro espectáculo.

El mayor problema de los candidatos “mesías”, es que generalmente carecen de un proyecto político con pies y cabeza. En pocas palabras, son más rollo que película. Y lo importante es que no permitamos por ningún motivo que nuestro enojo nos impida elegir racionalmente la opción que realmente nos conviene más.

Debemos centrarnos en votar por un proyecto de Estado, por propuestas. No por una persona que nos diga lo que queremos escuchar con una retórica de lo más prefabricada. No le demos pie a los demagogos. A los que dicen que “no les gustan los partidos políticos”, pero sabemos que se han formado en ellos y han obtenido posiciones de poder gracias a ellos.

Lo importante en el 2018 no va a ser el QUÉ sino el CÓMO en los discursos. El CÓMO es el que nos da una perspectiva sobre las estrategias que se van a utilizar para combatir los problemas urgentes, las metodologías, el proyecto de nación.

Y nuestra responsabilidad como ciudadanos enojados es transformar esa ira en motivación. En motivación para construir un cambio y sobre todo para ser ese cambio que queremos ver en nuestros políticos.

Recordemos este dicho: “No tomes decisiones enojado y no hagas promesas cuando estés feliz.” Hagamos caso, no votemos enojados, el voto de castigo carece de sentido sino asignamos nuestro voto a un propósito específico y medible de otra propuesta mejor. Es por esto que también el voto útil tendrá un papel muy importante en el 2018, pero de eso hablamos en otra entrada.

Gladys Fabiola Pérez Martínez
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UN AGRADECIMIENTO ESPECIAL AL ITESO

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Como saben, Literia ha sido nominado en la categoría de “Mejor Blog Político del Año” en los Victory Awards de 2016. Es para mí un gran honor el simple hecho de haber sido considerada como finalista en este prestigioso galardón internacional de la consultoría y la comunicación política.

Hoy quiero tomarme el tiempo para agradecer a través de este medio a cada una de las 2988 personas que se dieron el espacio para leer este Blog, que se informaron sobre el certamen y que fueron un apoyo importantísimo en la campaña para conseguir los “Likes” que con mucha fe creo que nos llevarán con el primer lugar a la premiación en Washington.

Y sobre todo, quiero aprovechar este espacio para agradecer a mi alma mater, el ITESO, institución de la cual, desde hace un par de años soy egresada de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Gestión Pública. Siempre conocí y viví el apoyo y la calidad humana de las personas que hacen de esta Universidad, una de las mejores de México no solo por su nivel educativo, sino por la calidez y la bondad de su gente.

Gracias infinitas a todos ustedes, mis amigos.

Gladys Fabiola Pérez Martínez.

Del Neoliberalismo a la Democracia de Espectadores

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La especial inteligencia del régimen neoliberal, según el filósofo Byung-Chul Han, radica en la idea de que quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento, se hace a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de cuestionar las fallas sustanciales de su contexto o del sistema. Por lo tanto, el neoliberalismo no permite, según Han, que surja resistencia alguna contra el sistema. Este autor afirma de igual manera, que el neoliberalismo instituye entre los individuos una rivalidad interminable, a modo de sana competición.

Hoy en día es muy común tener la aspiración de llegar a ser el trabajador que se explota a sí mismo, de querer llegar a ser “mi propio jefe”. Se busca ser el empresario que no le rinde cuentas a nadie más que su propio patrimonio, el empresario “libre” e “independiente” de hacer con su tiempo lo que desee.

El problema con este tipo de aspiraciones individualistas, a la par de otros efectos del neoliberalismo como es el consumismo, la incertidumbre laboral y económica, la era de la comunicación digital, etcétera, es que aíslan a las personas en la esfera de lo privado, las segregan en una zona segura.

La psicopolítica en este sentido es muy interesante, y es que nos ha brindado una serie de lecciones sobre cómo el ser humano es capaz de habituar su estilo de vida, sus rutinas, su biología, sus metas y expectativas al sistema rector. En el siglo XIX, el proletariado era la clase trabajadora explotada por la sociedad industrial, donde separados eran oprimidos, pero unidos eran capaces de empoderarse a tal grado de revertir el juego de poder de sus opresores. En la actualidad pocos se auto-asumen como explotados por el neoliberalismo, simplemente hay víctimas de sus circunstancias, no existe empoderamiento social porque no hay unidad, cada vez hay menos solidaridad.

Desenvolverse en la esfera de lo privado implica pasar a un segundo plano la esfera de lo público. Cuando el ser humano pierde contacto con su comunidad, con quiénes le rodean, su aislamiento le impide ver por otros, ya no le interesa el bien común. Es por esto que en la política actual, tenemos por ejemplo, a una gran cantidad de votantes con hábitos de consumidores. Ciudadanos que carecen de un interés genuino por la acción política común. Ahora la mayoría de los ciudadanos reaccionan a la política como si fuera una mercancía, como si el único deber de los políticos fuera proveer y satisfacer sus necesidades específicas, sino ¿para qué votaron por ellos?

Y es en este punto donde se puede llegar a tergiversar el concepto de participación ciudadana por muchos. Porque desde una perspectiva individualista y de ciudadanos consumidores, la participación se da en la forma de reclamos y quejas, sin propuestas sustanciales. Se vive bajo la lógica de la atención al cliente, si un servicio no cumple con mis expectativas, entonces no funciona.

Lo importante es que entendamos que los grandes cambios a través de la Historia jamás se han dado en sociedades segregadas, siempre ha habido una lucha constante detrás y el esfuerzo y el trabajo de comunidades unidas que finalmente rinden frutos. No basta con querer un cambio de gobierno, porque bajo esta lógica individualista en la que muchos viven, nunca habrá una figura lo suficientemente buena para llenar sus expectativas.

Byung-Chul Han asegura que en este entorno neoliberal, donde el sistema está blindado de la resistencia, donde la Big Data nos da una calidad estadística en vez de humana, y donde la comunicación digital nos aísla y nos distrae del presente, la democracia se ha reducido a ser una democracia de espectadores. Es por esto que quienes pretendan ser ciudadanos responsables, deben estar conscientes de que la política actual requiere de personas más solidarias, incluyentes, informadas, participativas y proactivas, pero sobre todo que trabajen en comunidad y para la comunidad.

Los revolucionarios no hacen revoluciones. Los revolucionarios son aquellos que saben que el poder está en las calles y lo pueden levantar. Hannah Arendt.

Gladys Fabiola Pérez Martínez
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Involúcrate ciudadano

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Ya lo dijo Sartori, construir la maquinaria de la democracia nos ha llevado casi dos mil años y nuestro deber como ciudadanos es no perderla.

La democracia no necesita grandes cambios estructurales, en sus tantos años de consolidación es un sistema que carece de debilidades importantes. El problema real de la democracia radica en quiénes la integran.

La participación ciudadana es sin duda el “engrane” más importante para que la maquinaria democrática funcione correctamente. Cuando las personas se involucran en los procesos democráticos, se abre el diálogo y el debate, y es en estos espacios de interacción de ideas y opiniones donde las decisiones políticas se legitiman o no. Es decir, una acción de gobierno es legítima una vez que ha pasado por el debate social y a través del juicio crítico de los ciudadanos es comprendida y aceptada.

Por lo tanto, si la ciudadanía está desinformada, es apática o se desentiende de los procesos políticos de su entorno, no podremos por ningún motivo tener gobiernos legítimos o procesos democráticos funcionales. Si acaso, tendríamos ciudadanos indiferentes de la política, lo que da espacio a los abusos del poder y a la corrupción. Si tú no haces política otros la harán por ti.

En este sentido, debemos tomar en cuenta un aspecto muy importante de la participación ciudadana que es contar con información actualizada y veraz. No tiene sentido salir a las calles a protestar u opinar en foros de internet o en las redes sociales, si nuestros fundamentos son escuetos, falsos y únicamente servirán para propagar desinformación o confusión en la sociedad. Es por esto, que la participación ciudadana trae consigo la responsabilidad de informarse a consciencia, de fuentes confiables, y no solo eso, sino que con la información recabada logremos ser capaces de formar nuestro propio juicio crítico.

Un ciudadano con juicio crítico propio no es manipulable ni por los medios ni por los políticos. Es en todos los sentidos más libre que un ciudadano que no conoce su contexto. De aquí surge la importancia de involucrarnos, de formar parte de una cultura política y de armar nuestros propios criterios.

En este punto el resto de los actores de la democracia tienen también la gran responsabilidad de hacer un llamado a que la ciudadanía se informe, sea crítica y participe. Los periodistas, intelectuales, líderes de opinión y los propios políticos tienen ética y profesionalmente este compromiso.

Es por lo anterior, que Sartori deja en las manos de las nuevas generaciones el futuro de la democracia. La democracia depende de una ciudadanía comprometida, bien informada y con opiniones propias. De lo contrario, si los maquinistas fallan, la máquina también va a fallar.

Gladys Fabiola Pérez Martínez
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Estado Isámico vs Daesh

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En comunicación política la técnica de encuadre o “framing”, se utiliza para hacer una selección estratégica de simbolismos del contexto político-social, para elaborar una narrativa idónea que promueva vínculos (de preferencia emocionales) entre la sociedad y los gobernantes. Por ejemplo, tras los atentados terroristas del 13N en Paris, en un principio Hollande, Obama, Putin y algunos otros líderes mundiales reconocían al “Estado Islámico” como responsable de los actos atroces cometidos contra la sociedad civil. Sin embargo, a los pocos días, los dirigentes mundiales comenzaron a referirse como “Daesh” en lugar de Estado Islámico. ¿Por qué? Por una estrategia de encuadre en el discurso:

Daesh tiene en su significado una connotación negativa. “Daesh es el acrónimo de al-Dawla al-Islamiya al-Iraq al-Sham (Estado Islámico de Irak y Levante, ISIL, otra de sus denominaciones). Sin embargo, en árabe puede dar pie a un juego de palabras que lleve a otras interpretaciones, como «algo que pisotear» o «persona intolerante que impone su punto de vista». Además, la pronunciación del vocablo ‘daesh’ en francés es similar a ‘déche’, que significa miseria, y a ‘tache’ se refiere a mancha.” (El Periódico Internacional).

Hacer uso de esta técnica es de suma importancia en la comunicación política actual. Nos da opciones discursivas alternas a las de la oposición y con ello un margen importante de éxito sobre su comunicación. Como lo sabemos no es lo mismo decir “gasto” que “inversión pública” o decir “activista” en vez de “rebelde”, todo depende del cristal con que se mire. Siempre al hacer framing tenemos que tener una idea clara de dónde estamos parados y para qué público queremos dirigir nuestro mensaje.

En las elecciones de 2012 en Estados Unidos, el escenario electoral para Barack Obama era demasiado desalentador. La gran mayoría de las encuestas predecían su fracaso en los comicios. No obstante, en su campaña realizó una profunda investigación sobre los marcos cognitivos y de percepción que tenía en ese momento la ciudadanía. Parte de estos estudios revelaron que el partido republicano tenía muy bien posicionada la palabra “recesión” y estaba directamente vinculada al periodo gubernamental de Obama. Entonces, los demócratas cambiaron su línea discursiva y comenzaron a decir que el gobierno de Obama se había enfrentado a la peor crisis de la Historia de los Estados Unidos, y eliminaron de su discurso la terminología ligada a la recesión de los republicanos. Esta técnica de encuadre discursivo, junto con otras estrategias como invertir las preguntas de sus adversarios para hacerlos parecer débiles en sus argumentos, lograron darle un giro a la casi inevitable derrota de Barack.

Otro buen ejemplo de un político mexicano que hace excelente uso del framing es Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco”. En su discurso, así como en redes sociales hace uso de vocablos coloquiales y utilizados muy frecuentemente el argot de sus públicos objetivo: “raza”, “A jalar que se ocupa”, “quiubole”, “morro”, etcétera. Ha sabido canalizar el sentimiento de las personas en su movimiento, fortaleciéndose además del lenguaje popular para que su mensaje sea aún más efectivo y creíble.

Los famosos spin doctors (mentes creativas detrás de los grandes triunfos electorales) también conocen perfectamente esta técnica. Sacan el mayor provecho de los simbolismos, percepciones, relatos, tradiciones, modas y lenguaje de sus receptores para elaborar una narrativa que consciente o inconscientemente mueve a la gente a la acción, los convence y los vincula emocionalmente con el mensaje deseado. Es por esto que la comunicación política es tan interesante e importante de ejercer. El éxito está en los detalles, y en política todos los detalles cuentan.

Gladys Fabiola Pérez Martínez
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¿Megalomanía en México?

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Pedro Arturo Aguirre en su libro “Historia mundial de la megalomanía”, refiere algunas características de la personalidad de los líderes megalómanos desde un plano psicológico, analizadas particularmente por Erich Fromm: “narcisismo, necrofilia (contrario a la biofilia, según Fromm), egolatría, trastorno bipolar, verborragia, “mandato distorsionado del placer” (Lacan), delirio de grandeza, mesianismo, egoísmo, histrionismo, anhelo de inmortalidad, indiferencia ante el sufrimiento de sus semejantes y un instinto infalible para adaptarse a los nuevos tiempos, incluyendo las últimas tecnologías (Mussolini se valió del cine, Hugo Chávez usaba twitter a diario…)”.

Posteriormente, el autor puntualiza la existencia de un común denominador que comparten los políticos megalómanos, que es un storytelling fundado en un andamiaje moral con un relato personal que agrada y conmueve a sus seguidores: La imagen del padre protector con sus hijos. 

En sí, la imagen del “padre protector” puede llegar a ser muy positiva. Por ejemplo, Simon Sinek utiliza esta alegoría para referirse a los líderes empresariales que deberían generar un círculo de confianza tal con sus trabajadores, que al tratarlos como a sus propios hijos y no como empleados les generaría resultados económicos y humanos mucho más rentables para su empresa. Pero esto está pensado en un plano en donde los jefes asumen su responsabilidad y donde existe confianza entre los empleados y los altos mandos. Es un contexto donde además el trabajo es remunerado y a fin de cuentas ciertos requisitos deben ser cumplidos para formar parte de este “círculo de confianza empresarial”.

Sin embargo, en política, la confianza se gana de un modo distinto y siempre con el objetivo de posicionarse en el poder. Cuando existe una relación político-ciudadano, la manera mas eficaz de obtener la confianza de las personas es haciéndoles creer que el político comparte sus mismos intereses y que los enemigos del pueblo (la corrupción, la impunidad, el partido hegemónico, la pobreza, etc.) son sus propios enemigos también. Es decir, la ciudadanía entra en un círculo de confianza política cuando un líder carismático, con credibilidad y una “noble causa” logra convencerlos de que es la mejor opción.

El problema con el círculo de confianza política radica en su fin. La finalidad de cualquier candidato es en principio ganar elecciones, para luego asegurar su permanencia en el poder. Y para esto sabemos que los políticos son capaces de mentir, actuar y seducir a quien se les cruce en el camino.

De lo anterior, podemos distinguir que en México tenemos políticos “omnipotentes”, que en redes sociales y medios de comunicación promueven una imagen de liderazgo político activo y responsable, en donde asumen siempre como “suyos” los logros de su administración, para luego desentenderse o responsabilizar a otros de los fracasos y corruptelas. Estos políticos están dispuestos a lanzar al fuego a su propia gente con tal de que su imagen permanezca intacta.

También tenemos políticos mesiánicos, que han llegado al poder para “acabar con la corrupción, con los antiguos manejos, con los enemigos del pueblo”. Tenemos un auto proclamado “Presidente Legítimo”, tenemos a los que han hecho campañas sin dinero público y a los austeros que gastan un dineral en promocionar su “austeridad”. Todos ellos en algún momento se adaptaron a las expectativas de la ciudadanía y prometieron cumplirlas.

Es por esto que es muy importante que el ciudadano no otorgue un voto de confianza ciega. Debemos siempre fungir como vigilantes de la autoridad. Porque bien dicen: “Si quieres conocer la esencia de una persona, dale poder”, surgen sorpresas.

Tengamos presente que nuestro hartazgo político no justifica el voto irresponsable o el abstencionismo electoral. Es responsabilidad de todos hacer que los mejores lleguen al poder, los más genuinos, los que generen mejores resultados. Y si es necesario hagámoslo utilizando el voto de castigo. Si no somos nosotros los ciudadanos quienes finalmente, en un sistema democrático evaluamos a conciencia los resultados de los gobernantes, estamos condenados a seguir eligiendo representantes que nos “hablan bonito” y nos convencen de entrar en la simulación de este círculo de confianza política. Ya lo dijo Sartori, la “maquinaria” de la democracia es muy buena, el problema en muchas ocasiones radica en los “maquinistas”, los ciudadanos.

Gladys Fabiola Pérez Martínez
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El Presidente Ilegítimo

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Un factor clave para que la gobernanza y la gobernabilidad prevalezcan en los gobiernos es la legitimidad. Es decir, para poder llegar a tener un gobierno eficaz que logre mantener el orden público, debe existir un consenso social con respecto al modo y la forma en que estos gobiernos llevan a cabo sus políticas públicas.

Por lo tanto, no es exagerado afirmar que actualmente muchos gobiernos –incluido el mexicano-, tienen una crisis de gobernanza, gobernabilidad pero sobre todo de legitimidad política.

Para Bobbio, la legitimidad en su significado más específico es:

“(…)el atributo del Estado que consiste en la existencia en una parte relevante de la población de un grado de consenso tal que asegure la obediencia sin que sea necesario, salvo en casos marginales, recurrir a la fuerza. Por tanto, todo poder trata de ganarse el consenso para que se le reconozca como legítimo(…)”.

En este sentido más sociológico que jurídico, la legitimidad es la herramienta de mayor relevancia para que cualquier gobierno en turno pueda llevar a cabo con eficacia sus decisiones políticas.

Para lograr consolidar un gobierno legítimo, se requiere en principio entablar vías de inclusión social. Entendamos que la inclusión social no significa hacer partícipe de todas las decisiones políticas a todos los ciudadanos en todo momento, para esto se votan representantes. Sin embargo, la inclusión social es la apertura y disposición que dichos representantes electos deberían tener con las opiniones y sugerencias de los ciudadanos.

Políticamente América Latina ha llegado a dos extremos muy evidentes en la forma de gobernar: la tecnocracia y el populismo.

Por un lado tenemos la vista gorda de Presidentes como Peña, en donde se cree que la solución de su país es la implementación de “grandes reformas”, reformas técnicas, fundamentadas en estudios y avaladas por expertos, pero que carecen de la aprobación de gran parte de la ciudadanía. Ahí tenemos la Reforma Hacendaria, un rotundo fracaso de aceptación social.

Y en el otro extremo, tenemos a los políticos populistas –también en México-, en quienes recae la esperanza y aceptación ciega de la gente para mejorar la situación de su ciudad o de su distrito, pero que carecen de un plan estructural, una ideología definida o una estrategia para gobernar a largo plazo. Simplemente cuentan con su carisma y los votos de confianza, lo que simboliza un peligro latente puesto que de no apegarse a un modelo de gobierno previamente establecido, reglamentado y aprobado por la ciudadanía, pueden llegar a tomar decisiones individualistas a la hora de tomar decisiones públicas. Decisiones tan individualistas que de ser llevadas al extremo pueden llegar a atentar contra la libertad y la voluntad popular tal como lo hicieron Maduro o Correa en Latinoamérica.

Lo que muchos países necesitan urgentemente es proporcionar vías efectivas de participación ciudadana. Deben también darse el tiempo para justificar las razones de la toma de decisiones públicas. No basta con hacer un ejercicio de simulación de participación ciudadana en donde el gobierno termina haciendo lo que le place. El ciudadano es la razón de ser de los gobiernos y hasta que no se les otorgue la importancia que merecen y los medios necesarios para incidir en la política de su país, no habrá legitimidad sino crisis. Crisis de gobernabilidad y crisis de gobernanza.

El problema es que quienes están en el poder muchas veces olvidan que la legitimidad debe ser genérica y no exclusiva de sus simpatizantes. Por esto, gran parte de los Presidentes concluyen sus gobiernos con bajísimos índices de aprobación ciudadana. Ningún político por el hecho de ganar una elección cuenta automáticamente con un gobierno legítimo. Es legítimo ante quienes lo votaron, ante quienes comparten sus ideales políticos o militan en su partido. Porque para construir legitimidad se requiere de disposición, de inclusión, de estar atento a las necesidades reales de la población.

Gladys Fabiola Pérez Martínez
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Perfil Ideal del Político Mexicano

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Recientemente las controversiales declaraciones de la ahora diputada Carmen Salinas han suscitado un debate público bastante interesante. Y es que la mayoría de los críticos la acusan de ser autoritaria, ignorante y prepotente. Si bien es cierto que sus declaraciones fueron de lo más desatinado posible, por el otro lado de la moneda se encuentra la razón por la que ésta mujer hoy tiene un puesto en el Congreso: su popularidad. Tanto ella como el ex futbolista Cuauhtémoc Blanco, recientemente incursionan en la política del país gracias a su popularidad y afinidad con la gente. Ella por el hecho de haber sido actriz de telenovelas durante muchos años y él por haber sido uno de los mejores futbolistas de México.

En ese entendido hoy en día es evidente que no siempre los candidatos más populares son la mejor opción para representarnos. Ahí tienen a Donald Trump, otro actor popular del partido Republicano, a quien muchos describen como ignorante, prepotente y discriminatorio, y no obstante, lidera gran parte de las encuestas de opinión.

Pero, ¿Cuál es entonces el perfil ideal del político en México? Es importante reflexionar sobre esto, ya que también hemos visto que la clase política “educada” y tradicional es la que nos tiene hundidos en un país que solo favorece a las élites. Entonces, ¿qué político es mejor?, ¿un tecnócrata de clase media alta, con estudios de calidad y desentendido de la gente más pobre? o ¿un futbolista sin estudios que lo avalen, pero con tanta popularidad que a la gente no le importe su desempeño en el gobierno?

El perfil político que México necesita es un perfil de servicio público. Es decir, que no ostenten el poder personas que busquen cargos públicos por ambición o porque su popularidad lo permite. Y es por esto que los mexicanos necesitamos urgentemente dejar de caer en la indiferencia de pensar que “todos los políticos son iguales”, y por lo tanto dejar de votar y no darle importancia a quien nos gobierna.

No es lo mismo Blanco a Kumamoto, ambos electos en el mismo panorama de desafección política, pero en el caso de Kumamoto se denota una clara vocación de servicio en donde por ejemplo, comparte públicamente su celular –y lo atiende- para generar un vínculo de cercanía con la ciudadanía y donde más allá de explotar su popularidad, se rodea de personas expertas para profesionalizar su trabajo. Hasta el momento Kumamoto no se ha visto tan incluyente con las clases sociales más desfavorecidas, sin embargo cuenta con metas y un proyecto definido para su gestión de gobierno y es un político con disposición de escuchar y de atender a quien desee contactarlo.

No existen políticos perfectos, pero lo importante es que quienes ejerzan cargos públicos lo hagan con espíritu de servicio. No es posible que en el país sigamos reciclando a los mismos personajes políticos que se han dedicado a engañarnos, robarnos y mentirnos, votando por ellos primero para una diputación, luego para una Presidencia Municipal y luego para una Gubernatura.

La esperanza y las expectativas del país se encuentran hoy centradas en las candidaturas independientes. Pero entendamos que el desempeño de cualquier político –independiente o no- depende en gran medida de nuestro nivel de incidencia en su trabajo. Es decir, participar con el político durante su gestión de gobierno. Contactarlo cuando se deba, participar en las convocatorias ciudadanas, exigir que cumpla con sus propuestas y si no cumple o no es servicial, entonces exponerlo y castigarlo con nuestro voto. Recordemos a Platón: “El precio de desentenderse de la política es ser gobernados por los peores hombres”.

Cuando existe vocación de servicio en una persona es evidente. Si un político quiere mejorar su entorno y la calidad de vida de su gente, brinda las condiciones reales para que esto suceda de la mano no solo de expertos, sino también de las personas. Pero, cuando un político se engancha con el poder por razones ajenas al bienestar común, es cuando tiene en la mira su siguiente puesto sin antes haber cumplido con sus responsabilidades en el primero. Es por esto que la reelección en México es un arma de doble filo, ya puede reelegirse tranquilamente un personaje popular o mediocre en su desempeño, si la gente es lo suficientemente desinteresada como para permitir que así suceda.

Entonces el perfil ideal del político en México debería ser para gobernantes que estratégicamente se rodeen de expertos –nadie es todólogo-, que cuenten con un plan realista de acciones de gobierno y que las cumplan, que sean cercanos a las personas y que les proporcionen herramientas para incidir en su trabajo público. Y por último, que sus valores siempre se encuentren dirigidos a favorecer al bien común. Cuando los políticos generan resultados y cumplen sus compromisos es cuando son verdaderos candidatos a reelegirse o para aspirar a puestos de mayor responsabilidad. Es nuestro deber vigilar que así sea.

El mayor castigo para quienes no se interesan en la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan. Toynbee.

Gladys Fabiola Pérez Martínez
Guadalajara, Jal.
Twitter: @glaperezm

El político del «cambio»

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En México la mayoría de las personas quiere un cambio en la política del país. Si hacemos memoria podremos recordar que Fox era un simbolismo de cambio y alternancia para México hace algunos años. Y haciendo uso de su carisma popularizó su mensaje rector de campaña en frases como: “el cambio es hoy, hoy, hoy”. Pero, ¿por qué finalmente ese cambio no nos terminó de convencer?

Resulta interesante analizar algunas de las técnicas comunicativas que utilizó Fox para posicionar su exitosa campaña política, misma que lo llevó a ser Presidente. En principio, logró diferenciarse del resto de los políticos tradicionales. Vicente Fox era el candidato de las botas y el bigote del macho mexicano. En la campaña, Fox supo manejar muy bien la identidad de su personaje y se mantuvo siempre relacionando su discurso al mensaje principal de su campaña: “el voto del cambio”.

Es importante mencionar que los elementos distintivos de la imagen de Fox como el bigote, las botas, la ropa y el sombrero que utilizaba en la mayoría de las ocasiones, eran elementos con los que la mayoría de los mexicanos de las clases más populares se podían identificar. “Yo soy de rancho”, presumía orgulloso Fox ante los medios. Supo crear ese efecto espejo en el cual era posible que gran parte de los ciudadanos se vieran reflejados en su imagen, lo que le otorgaba credibilidad y bastante popularidad.

(Cualquier parecido al Bronco es mera coincidencia)

¿Cuál fue el problema con Fox una vez que ganó las elecciones?, es sencillo. La idea que nos ofreció de “cambio” como tal, carecía de valor. En el caso de Fox, su Presidencia trajo consigo únicamente una alternancia partidista, ese fue el gran cambio. No dio un valor agregado a este concepto y es por esta razón que su administración terminó siendo una gran desilusión.

La idea de un cambio de gobierno por sí misma genera expectativas de traer consigo nuevos y mejores resultados de gestión. Pero, ¿por qué algunos políticos logran cimentar mejor la ideología del cambio que otros?

La clave radica en el contenido de valor que compone al “cambio” de gobierno. Por ejemplo, Fox y Obama, ambos explotaron el cambio como insignia de campaña. Pero Obama se dedicó a crear la acepción de “cercanía con la gente” a su cambio de gobierno. Y esta cercanía es lo que ha difundido cada que puede y lo ha hecho bien. Ha logrado que el norteamericano común se identifique con él en sus valores familiares, sociales, deportivos, de trabajo, etcétera. Obama cae bien, se le percibe como un padre y esposo amoroso, un tipo ordinario como cualquiera. Si dejamos de lado ideologías políticas, aciertos y errores en su gestión, se puede entender que Obama representa cercanía y humildad. Él supo darle contenido de valor social al concepto de cambio en términos de comunicación.

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Fotografía del Facebook de Barack Obama en                                         Fuente: Google
conmemoración al cumpleaños de Michelle.

En cambio a Fox, el “Presidente del cambio en México” ¿cómo lo recordamos hoy?… ahí siguen las botas, es todo. No generó valor. No logró asociar su cambio con ningún valor de los mexicanos.

Es por esta razón que difícilmente un tipo como Donald Trump, que lejos de comunicar valores sino que hace todo lo contrario, lograría posicionarse como un Presidente líder y distinto al resto. Si una figura política no refleja los valores de su sociedad entonces no impacta para bien, no genera cercanía con la gente y por lo tanto no se le asocia con ningún cambio por más que lo predique en sus discursos.

No olvidemos que todo comunica. Los mexicanos queremos identificarnos con nuestros políticos, primeramente a través de valores compartidos como la familia, la vocación de servicio, la honestidad, la humildad y la cercanía a la gente. Los políticos en México siguen siendo muy tradicionales, no solo en su imagen sino en su forma de comunicar y eso genera desconfianza.

Ya no queremos políticos que prometen ser el cambio que necesitamos para luego seguir siendo y haciendo más de lo mismo. Eso ya nos crea disonancia en todos los sentidos. Queremos ver políticos más humanos, más cercanos y con voluntad de trabajar con valores. Eso es todo. Nuestros políticos tienen que animarse ya a comunicar esto sin miedos, dejando de lado los tradicionalismos y los discursos trillados, ya no funcionan.

Queremos políticos de valor, no de palabra.

Gladys Fabiola Pérez Martínez
Guadalajara, Jalisco.
Twitter: @glaperezm

Candidatos Independientes: ¿Más de lo mismo?

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Ahora más que nunca es notoria la crisis política y de imagen por la que atraviesan muchos de los políticos mexicanos, sobre todo la del propio Peña Nieto. En México el simple hecho de ser político es casi un sinónimo de corrupción, impunidad y desafección social.

En las últimas elecciones, surgieron nuevas figuras “de esperanza social” como “El Bronco” en Nuevo León y Pedro Kumamoto en Jalisco, impulsadas por la incursión de las candidaturas independientes. Actualmente estos actores se encuentran bajo la lupa pública y mediática en donde se les estará observando muy de cerca para evaluar y contrastar su desempeño en relación al del resto de los políticos con bases partidistas.

Sun Tzu dice en “El arte de la guerra” que los guerreros victoriosos vencen primero y después van a la guerra. Esto es lo que todos políticos incursores de una nueva modalidad para llegar al gobierno como lo es hoy una candidatura independiente deben apostar: una estrategia de victoria. De lo contrario, cualquier mínimo error en su gestión puede llegar a catalogarlos como “más de lo mismo”.

Una figura política independiente o no, siempre formará parte del debate público y escrutinio social. La guerra en este sentido es inevitable, siempre habrá que lidiar con grupos de oposición, con críticas mediáticas e intereses privados. Esto forma parte de ser un representante electo por la sociedad. Sin embargo, es posible para los nuevos candidatos independientes “vencer primero y después ir a la guerra”, incluso con el desalentador panorama político que tiene el país actualmente.

Y lo primero que necesita un buen líder político para vencer primero es rodearse estrategas profesionales y experimentados. Gente en su equipo que no solo comparta la visión y los valores del político al que apoyan, sino que sean personas expertas en los temas que asesoran. No existen políticos omniscientes, es mejor rodearse de muchas personas con experiencia y conocimientos en determinados temas estratégicos a errar por tomar decisiones aventuradas provenientes de asesores inexpertos a los que se les atiende solo por la cercanía o vínculos personales.

Por otro lado, todo buen político debe tener una estrategia de comunicación política. Una vez definida esta estrategia, debe utilizarla como estandarte en todas sus acciones de gobierno ya que ésta deberá formar parte de sus mensajes, de sus propuestas, de su storytelling, de su discurso y de sus líneas de acción política, de tal forma que el político logre actuar con congruencia. Y siguiendo esta lógica un político congruente es un político confiable y honesto. Justamente esto es lo que pide la ciudadanía, un cambio de forma y de fondo.

Asimismo, tener una estrategia de comunicación política blinda al político de errores en su gestión y le sirve de guía para trabajar sobre un eje central de acción y no desviarse en tratar de abarcar muchos temas y finalmente dejar una gestión gubernamental deficiente o inconclusa.

La especialización es clave para los políticos independientes. Recordemos que quien mucho abarca poco aprieta. Y esto aplica para nuestros políticos en temas de legislación, comunicación y gestión. Elaborar un eje transversal estratégico de acción y comunicación al cual apegarse en todo momento es fundamental para operar eficientemente. Ya veremos si estos nuevos actores independientes cuentan con estas estrategias como guía ya que suelen ser muy evidentes en los mensajes rectores que comunican.

Contar con un mensaje imperante es igual de importante. Existen diversos factores que pueden marcar la diferencia entre ser un político más del montón y sobresalir como un político diferente, en su actuar y en su forma de comunicar. Y para orientar a los políticos para comunicar eficazmente se requiere de buenos consultores y comunicadores políticos. Ni comunicólogos, ni mercadólogos, ni tecnócratas o economistas, sino de consultores políticos profesionales, que dominen la teoría política y el contexto político donde se desenvuelve su cliente para que logren orientarlo oportunamente. Un mensaje exitoso es clave fundamental para la administración de los políticos.

Un buen político conoce sus limitaciones y sus potencialidades, y no toma decisiones aventuradas. Es consciente de la responsabilidad que radica en sus manos. Un asesor no es un “lujo político”, no es un sensei tampoco. Es un apoyo crucial para la toma de decisiones óptimas y los candidatos independientes necesitan tomar muchas decisiones óptimas ya que con ellas será evaluado su desempeño.

La esencia de la política del país debe regresar a ser una política de servicio, de progreso. El principal reto de los candidatos independientes será demostrar con estrategias muy finas que no son una incidencia más de la forma desacreditada con la que se ha venido haciendo política en el país. No olvidemos que a fin de cuentas son los resultados de gobierno la mejor carta de presentación de cualquier político en cualquier país.

Gladys Fabiola Pérez Martínez
Guadalajara, Jalisco.
Twitter: @glaperezm

 

El mal que aún no llega

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La incertidumbre es la incógnita que crea inquietud sobre algún tema en específico. Actualmente el contexto del país se presta para que muchos de nosotros vivamos con incertidumbre en relación a diversos ámbitos de nuestras vidas cotidianas.

En lo particular, creo que la incertidumbre es directamente proporcional a la especulación, y por ende se encuentra estrictamente ligada a prospectivas del futuro. Es decir, para vivir en un ánimo de incertidumbre se deben tener proyecciones poco alentadoras sobre el futuro con respecto de algún área de la vida en concreto: sobre la pareja, el trabajo, la política, etc.

Gran parte de la incertidumbre por la que atravesamos muchos hoy en día se debe a la cultura “líquida”, de la que en muchas de sus obras nos habla Bauman, un reconocido filósofo y sociólogo polaco, ganador del Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Este autor hace referencia a la vida líquida en general, entendiendo que lo líquido es efímero, pasa y no perdura, que se escurre de las manos, que dura poco. Y en este sentido comparto una breve cita sobre la cultura líquida que dicho autor comenta que se ha venido formando:

“La cultura líquida moderna ya no siente que es una cultura de aprendizaje y acumulación, como las culturas registradas en los informes de historiadores y etnógrafos. A cambio, se nos aparece como una cultura del desapego, de la discontinuidad y del olvido.”

 En efecto, el consumismo ha forjado en muchos de nosotros el modelo del desapego, la discontinuidad y el olvido. Esto en el sentido de que los productos y servicios que se ofrecen en nuestra cultura “evolucionan”, “mejoran” y por lo tanto en poco tiempo más habrá que conseguir la nueva versión de tu consumo actual: Un ipod nuevo, una televisión nueva, un modelo educativo de vanguardia, etc.

Este fenómeno sucede incluso con la idiosincrasia social, puesto que muchos de los valores tradicionales cada vez se modifican a la par de las nuevas tendencias sociales, y surgen nuevos conceptos culturales como la libre convivencia, la legalización de la marihuana en algunos países, nuevas preferencias sexuales, nuevas religiones, un sin fin de temas de novedosa creación o por lo menos de reciente aceptación que la sociedad actual ha venido implementando en la cultura en los últimos años.

Al instaurar este modelo de renovación continua, el ser humano se ve implícitamente obligado a desprenderse de sus pertenencias, logros y valores para “mejorarlos” pues si no se actualiza se infiere que tiene una vida obsoleta, de desechos.

De lo anterior, podemos comprender que esta presión inconsciente y que no necesariamente es solo material, nos genera incertidumbre. Nos produce una ligera inquietud que con el tiempo crece hasta que se vuelve una especie de necesidad de ir con la corriente de la modernidad y el consumismo.

La incertidumbre nos aqueja y por lo tanto nos daña. Trae consigo estrés que a la larga puede derivar en malestar físico y emocional. Es igual de dañino afligirnos por un futuro incierto y poco alentador que flagelarnos por errores del pasado, y es por esta razón y por salud que es más que pertinente que nos enseñemos a vivir plenamente nuestro presente. A veces nos preocupamos de más por situaciones imaginarias que muy probablemente ni siquiera sucederán, o nos inquietamos por un estilo de vida que no va con nuestros valores y con nuestra ideología. Desde un punto de vista racional la incertidumbre es un sinsentido, es un mal que muy probablemente nunca se materialice.

“La verdadera generosidad para con el futuro consiste en entregarlo todo al presente.” Albert Camus.

Gladys Fabiola Pérez Martínez.
Guadalajara, Jal.
Twitter: @glaperezm

¿Quién es la chingada?

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En “El laberinto de la soledad”, Octavio Paz describe minuciosamente las distintas acepciones que el mexicano utiliza para referirse a la expresión de “la chingada”. La definición que obtuvo mi mayor interés para el propósito de mi reflexión de hoy fue la siguiente:

 “¿Quién es la Chingada? Ante todo, es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad, como la Llorona o la “sufrida madre mexicana” que festejamos el diez de mayo. La Chingada es la madre que ha sufrido, metafórica o realmente, la acción corrosiva e infamante implícita en el verbo que le da nombre…”.

Detrás de esta definición de “la chingada”, se puede observar que existe toda una connotación de victimismo y de sufrimiento. Y es aquí donde me gustaría centrar su atención.

El día de hoy vi una “Ted Talk” impartida por Emiliano Salinas, hijo del ex Presidente de México Carlos Salinas de Gortari. Lejos de politizar su charla, logró conmover y persuadir a su audiencia puesto que la temática que expuso era meramente social. El tema que planteó Emiliano era sobre el papel que debería llevar a cabo la sociedad mexicana ante la violencia que vivimos en la actualidad. En esta plática, nos dice que el verdadero problema que tenemos en México es que la mayoría de nosotros nos ASUMIMOS como VÍCTIMAS de nuestras circunstancias. Y afirma que hemos sido un país de víctimas a lo largo de la historia: víctimas de España, víctimas de Francia, víctimas del Porfiriato, víctimas del PRI, víctimas del narco, víctimas de la corrupción, etc.

Y en relación a lo anterior, propone el reto de transformarnos de ser una sociedad victimizada a comenzar a ser una sociedad responsable y participativa en los asuntos públicos; esto quitándonos el MIEDO inherente al victimismo que padecemos como sociedad y comenzando a tomar acciones concretas, unidos en contra de la delincuencia y cualquier tipo de violencia o atropello social.

Es muy cierto que el miedo en muchas ocasiones nos mueve a tomar acciones, y lo ideal en este caso es que estas acciones se den de una forma pacífica y organizada. Me parece que la intención de Emiliano con esta Ted Talk, era motivar a su audiencia para organizarse y utilizar a su favor el miedo natural con el que se vive en México debido a la delincuencia y la corrupción que nos rodean, para comenzar a tomar acciones propositivas desde nuestras esferas de acción más personales. “Seamos el cambio que queremos ver”.

No obstante, veo importante el hecho de profundizar más en la raíz del problema de la victimización, y es que quienes se asumen “víctimas” de sus circunstancias, automáticamente se deslindan de la responsabilidad de lo que les atañe puesto que, las víctimas sufren de un mal que les hace un TERCERO… y lo escuchamos prácticamente a diario: “Todo es culpa de Peña Nieto y sus reformas”, “por ESO estamos como estamos”, “Nos mienten”, “nos roban”, “¿para qué? Si todos son iguales”…Este modo de vida es en pocas palabras, una oda a la chingada.

Ahora, cuando una persona es consciente de esta situación lo más sensato es que tome acción, y que comience a vivir al margen de este miedo. Es verdad que en un país como México es un peligro latente ir en contra del miedo…salir a manifestarse es un peligro, escribir en la prensa en un peligro, vivir en ciertas zonas es un peligro, ser detenidos por la propia policía es un peligro. Pero la realidad es que nos quedan de dos sopas: O asumir el miedo y seguir victimizándonos y echando culpas ó vivir responsabilizándonos de nuestro entorno, dejando a un lado el miedo y alentando con nuestro ejemplo a otros para que nuestras causas incidan positivamente y se cimienten en nuestra sociedad.

Bien citó Salinas al poeta Juvenal:

“El mayor crimen es preferir la vida al honor, y por vivir la vida, perder la razón de vivir”.

Gladys Fabiola Pérez Martínez.
Guadalajara, Jal.
Twitter: @glaperezm

Sobre el pánico escénico

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El pánico escénico es un estado de inhibición que afecta la intención comunicacional de las personas. Éste estado es sin duda un gran inconveniente para cualquier individuo que lo padece, puesto que al ser seres sociales nos vemos obligados en diversas ocasiones de nuestras vidas cotidianas a hablar en público: en la escuela, funerales, juntas de trabajo, debates, etc.

En el libro de La comunicación no verbal de Flora Davis, la autora menciona que desde un análisis etológico, es natural que el ser humano reaccione instintivamente a situaciones donde se le observa fijamente. Esto en relación a la herencia biológica que tenemos del comportamiento de los primates. Es decir, si entendemos que el lugar al que mira una persona es el lugar que acapara su atención, entonces cuando un hombre (o un mono) mira fijamente a otro, indica que su atención está concentrada en él, pero no da señales de cuáles sean sus intenciones y esto es suficiente para poner en estado de alerta a quien es observado.

Asimismo, Sartre dijo alguna vez que el contacto visual es lo que nos hace real y directamente conscientes de la presencia del otro como ser humano con conciencia e intenciones propias.

De lo anterior se entiende que naturalmente nos sentimos incómodos ante las miradas fijas a causa de no saber las intenciones que hay “detrás” de quien nos observa. No obstante, existen acciones que podemos implementar en nuestras vidas para contrarrestar esta reacción natural a las miradas y de este modo sentirnos más cómodos al momento de comunicarnos en público.

En primera instancia es importante hacer conciencia de que el interés de tu público se centra en lo que tú tienes que decirles, su atención se encuentra en tu mensaje por lo que si quieres transmitir seguridad la clave principal de un buen discurso es dominarlo a través de la práctica y la preparación. Si dominas el tema y surge alguna distracción mientras expones, no habrá mayor problema si improvisas y retomas la plática con tus ideas principales, es muy probable que tu público ni siquiera lo note.

Otra recomendación común es arribar al lugar de nuestra exposición antes de que llegue el público, esto para adaptarnos al lugar, para sentirnos más confiados. Asimismo el clásico tip de “mirar la frente de las personas y no a sus ojos” para no distraernos mientras hablamos puede ser de mucha utilidad.

Es importante también que entendamos que nuestra imagen y nuestro lenguaje no verbal transmiten mucho más que lo que podemos decir con palabras, por lo que ensayar frente a un espejo puede ser de gran ayuda.

Finalmente existen estrategias de comunicación que te pueden servir de guías para que tu mensaje sea más persuasivo y efectivo, como utilizar un lenguaje claro con frases breves, no sobrecargar de mensajes tu discurso (ya que hace que la audiencia pierda el interés o se aburra), evitar la monotonía al hablar, involucrar a tu público a la plática, refrescar la atención de tu audiencia cada determinado tiempo para evitar perder su atención, etc. Todos tenemos la capacidad de ser grandes oradores, es cuestión de confiar en nuestro desempeño, y para esto es preciso recordar que la práctica hace al maestro.

Gladys Fabiola Pérez Martínez.
Guadalajara, Jal.
Twitter: @glaperezm